EL CINE SOVIÉTICO DE VANGUARDIA. PRÓLOGO.
Introducción.
El primer problema ante un estudio histórico sobre el cine soviético de vanguardia es el de la metodología escogida, pues hay varias propuestas:
1) Análisis sociológico. Posiblemente la corriente más en boga en Occidente, en la que se incluye a un referente en España, Román Gubern.
2) Análisis marxista. La más extendida en los países comunistas hasta la desaparición del comunismo. Sadoul y Lefebvre serían en Occidente sus mejores adalides.
3) Análisis iconológico. Esta corriente estaría ejemplificada por González Requena, atento a la interpretación de la iconografía fílmica buscando las claves más oscuras.
4) Formalismo. Es la más atenta a las innovaciones formales, a desentrañar los logros vanguardistas del periodo. El ejemplo más significativo sería Aumont.
5) Historicismo. Es la propia de los historiadores del cine más conservadores y/o atentos a la divulgación. Es la común en las enciclopedias del cine, con una enumeración de nombres de realizadores y filmes, siguiendo el orden cronológico.
Hoy predomina un método llamado “sumativo”, que reúne elementos de las corrientes anteriores y los adapta a cada tema. Pero siempre acecha el problema de la subjetividad de la mirada del investigador, porque es preciso mantener una distancia objetiva respecto a la filmografía de vanguardia, sin caer en el panegírico derivado de las pasiones políticas que durante tantos años ha lastrado la consideración crítica del tema.
Nikolai Cherkasov en Alexander Nevski.
Un problema añadido es la escasez de material fílmico y de fuentes documentales. Hay pocas ediciones cinematográficas de calidad de la filmografía soviética, con excepciones como la las obras de Eisenstein (por ejemplo, la edición de 1995 de la película Alexander Nevski con la música restaurada) y algunas de Vertov, Pudovkin y Dovzenko, aunque predominan las antiguas copias comerciales de La madre y La tierra. Hay pocos estudios en lengua española sobre la obra fílmica y la teoría de Eisenstein, y la mayoría de las obras de interés están en inglés y francés, tanto las traducciones de los textos del ruso como los trabajos críticos e históricos.
El concepto de vanguardia soviética: la terminología.
El concepto de vanguardia soviética es una convención sumamente problemática, pues surgen problemas acerca de la extensión del grupo humano que abarcaría, la cronología, el ámbito territorial, los rasgos estéticos comunes, tanto en la forma como en la temática, la influencia de la planificación administrativa y de la censura, el desarrollo del gusto crítico y popular o, lo que es lo mismo, de la evolución de la cultura cinematográfica en la población de la URSS.
El grupo humano de la vanguardia. ¿Podemos extender este término a todos los cineastas del periodo de los años 20 y 30 como hacen muchos aficionados y estudiosos de segundo orden? ¿O sólo se extendería a un muy reducido grupo de realizadores, guionistas, etc., que pudieron realizar su obra con cierta libertad en los años 1924-1929 antes del surgimiento del realismo socialista?
La tesis más acertada es que no se trató de un grupo homogéneo, sino de una confluencia de personas, rasgos, objetivos y resultados comunes y que este grupo y su mentalidad no fueron únicos en su capacidad innovadora. Ian Christie ha escrito al respecto: «But the left avant-garde of Eisenstein, Pudovkin, Vertov and Dovzhenko —which probably attracted more enthusiastic and less qualified support abroad than at home—was never a unified movement. Nor did it have a monopoly on innovation, or on creative responses to the manifold challenges facing the infant Soviet cinema» [Taylor & Christie. The Film Factory. 1988: 1].
Ámbito.
Respecto a su extensión territorial hay dos tesis:
1) Para la mayoría de los autores soviéticos se extendería a todo el territorio de la URSS , sometido a una planificación centralizada, por lo que todos los centros de producción simultáneamente se englobarían en el movimiento.
2) Para la mayoría de los autores occidentales habría que diferenciar entre el cine de vanguardia que se realizaría en los centros principales: Moscú, Leningrado y Kiev, y el cine más conservador de los centros regionales, que no podría ser definido como vanguardista más que indirectamente, sólo en cuanto recibió la influencia de los centros principales.
Pero hay que tener en cuenta que este cine menos vanguardista sería el cine popular, de consumo inmediato. Este cine “soviético tradicional” cuenta con numerosas películas de asuntos dramáticos burgueses, de evasión, comedia o aventuras, se producía tanto en los mismos centros principales como en los centros regionales, con los ejemplos del cine georgiano de Perestiany, o el de los centros de Minsk, Volgodrad, Bakú, etc. Son filmes con preocupaciones revolucionarias, generalmente con argumentos basados en parte en hechos de los gloriosos años de la revolución y de la guerra civil, pero aparentemente muy remisos a incorporar todos los avances de la vanguardia.
Cronología.
Sobre la periodización hay un consenso generalizado sobre que la vanguardia soviética transcurrió entre 1919, el año de la nacionalización de la industria cinematográfica soviética, y un final en un momento indeterminado de los años 30 (generalmente se cita 1932), cuando se asentaron las tesis del realismo socialista bajo la inspiración de Stalin.
Para los partidarios de esta versión podría extenderse el periodo gracias a las obras puntuales (y geniales) de Eisenstein, Pudovkin y Dovzenko hasta incluso los mismos años 50, coetáneamente al cine realista preponderante.
Eisenstein en México.
Una tesis más estricta, entre cuyos partidarios está el mismo Eisenstein, limita el periodo de la vanguardia soviética a los años 1924-1929, cuando se hicieron las obras más vanguardistas, desde La huelga a La Madre y, sobre todo con el punto final de La línea general, que sería como el gozne de cierre del periodo debido a sus graves problemas de producción, que representarían muy bien el fin de la libertad creativa en la URSS ante el triunfo definitivo de una nueva clase social dominante, la burocracia del Partido y del Estado, con su legitimación ideológica a través del “realismo socialista”. Así, incluyo toda la filmografía de Eisenstein, porque tanto su película sobre Nevski como el ciclo sobre Iván el Terrible son la culminación de los principios estéticos del mejor cine de vanguardia de los años 20, aunque con la progresiva incorporación de adelantos tan significativos como el cine sonoro, la música y el color.
Características generales.
La vanguardia soviética vive una constante tensión entre dos polos.
1) El formalismo, a la búsqueda del arte total, puro y avanzado, que supera las demás artes, siempre con un aliento creador de nuevas formas.
2) El espíritu revolucionario, inspirador de la temática y, a través de ella, de la forma, con su impacto en el tratamiento del héroe colectivo e individual, con su determinación de la organicidad, y del patetismo omnipresente en las mejores obras de la vanguardia soviética.
Pero la exaltación de este principio del espíritu revolucionario llegó al extremo de caer en la absoluta concentración de la atención del sistema político en este polo, en detrimento del primero. Es el momento del triunfo de Stalin y del realismo socialista.
La pugna no-creativa entre estos dos polos llevará a los cineastas soviéticos a una soterrada oposición (puramente intelectual) al sistema, la marginación apenas encubierta y por fin al sometimiento a la censura, aunque (tal vez por su emblemática popularidad) no se llegara con ellos a los extremos de lo que les ocurrió a tantos intelectuales, condenados al exilio interior o exterior, la prisión, y en muchos casos (Meyerhold, Babel o Mandelstam) la muerte por hambre, enfermedad o ejecución...
EL CONTEXTO HISTORICO.
La revolución rusa.
Octubre de Eisenstein. Plano de un discurso de Lenin.
La revolución rusa de 1917 se fraguó desde finales del siglo XIX. La miseria campesina, las duras condiciones de trabajo en las fábricas, la desigualdad social entre la inmensa mayoría de la población y la exigua minoría de la aristocracia y la burguesía, la opresión del absolutismo zarista sobre las múltiples nacionalidades que no fueran la rusa y sobre las religiones que no fueran la ortodoxa, la falta de perspectivas reformistas, los desastres militares de la I Guerra Mundial con la espantosa mortandad consecuente, el hambre y la enfermedad... Todo esto explica el estallido revolucionario y la pasión con la que amplios grupos humanos abrazaron la causa del comunismo, una ideología humanista que pretendía cambiar el mundo salvando al pueblo, a la colectividad. Los hechos son muy conocidos como para que haga falta exponerlos aquí, más es preciso insistir en la completa entrega a la Revolución de tantos intelectuales y artistas de primer orden, como reacción a la falta de esperanza que se daba en la situación anterior.
De la esperanza en el socialismo al estalinismo.
Desde el final de la guerra civil y la instauración de una Nueva Política Económica (NEP) hasta 1928, aproximadamente, hubo una fase de extraordinario optimismo entre los intelectuales. Los excesos eran perdonados en aras de lo que se juzgaba imprescindibles sacrificios a corto plazo. Había una amplia libertad creativa en lo formal. Había esperanza.
Pero todo acabó con la planificación estricta, el realismo socialista, el estalinismo como doctrina dogmática. Fue el fin.
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