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sábado, 9 de febrero de 2013

Lincoln (2012), de Steven Spielberg.


Lincoln (2012), de Steven Spielberg.

Lincoln (2012). EE UU. Género: histórico. Duración: 150 minutos. Dirección: Steven Spielperg. Intérpretes: Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee Jones, Joseph Gordon-Levitt, David Strathain, James Spader. Guión: Tony Kushner, John Logan y Paul Webb; inspirado en el libro Team of rivals: The political genius of Abraham Lincoln, de Doris Kearns Goodwin. Música: John Williams. Fotografía: Janusz Kaminski. Montaje: Michael Kahn.
Fuentes.
Aguilar, Andrea. Otra lección de historia de Day-Lewis. “El País” Semanal 1.804 (13-I-2013) 12-14. 
Belinchón, Gregorio. Entrevista a Steven Spielberg. ‘‘Lincoln’ es mi película más europea’. “El País” (17-I-2013) 38-39. 
Boyero, Carlos. A ratos farragosa, a ratos magistral. “El País” (18-I-2013) 41. 
Estrada, Javier. Entrevista a Steven Spielberg. “El Mundo” Metrópoli (18-I-2013). 
Marinero, F. “El Mundo” Metrópoli (25-I-2013).

Comentario.
El film se centra en los cuatro últimos meses del presidente Lincoln, desde inicios de enero al 14 de abril de 1865, cuando fue asesinado en el Teatro Ford. En enero todos ven que está próximo el final de la Guerra Civil y él decide aprovechar el momento para relanzar en el Congreso la 13 enmienda, que establece la libertad de los esclavos negros, consolidando la emancipación que había proclamado dos años antes, en septiembre de 1862, con lo que realizará su ideal de igualdad de todas las personas. Pero para conseguirlo deberá pactar, decir medias verdades y llevar el cabildeo político al extremo mismo, al borde de lo ilegal. ¿Justifica el fin los medios utilizados? ¿Es mejor aceptar la esclavitud si con ello se acorta la guerra y su mortandad? ¿Puedo apartar a mi hijo del peligro aprovechando que soy el presidente? Estos y otros enjundiosos dilemas morales se van presentando uno tras otro, sin que el espectador vea jamás una respuesta inequívoca.
Lincoln en el frente, al principio del film.
Lincoln en Petersburg, al final del film.
Spielberg renuncia a explotar la violencia como gran recurso, porque trata con mesura unas pocas y breves escenas bélicas: la secuencia inicial se retrotrae a la feroz batalla de Jenkins Ferry en abril de 1864, sigue una secuencia muy cerca del final, en enero, con el bombardeo de Wilmington, y ya en lo postrero el campo de batalla de Petersburg, sembrado de cadáveres, y la rendición de Lee en Appomatox el 9 de abril, ambas secuencias sin una sola palabra, con una elipsis excelente. La guerra surge en su desolación sobre todo en momentos inesperados, con una dureza implacable, como cuando los sanitarios arrojan a una fosa común los miembros cercenados de los heridos, o en las sentidas menciones de los familiares a sus muertos sacrificados en el holocausto.
El director centra su mirada sobre todo en las tensas negociaciones para votar la enmienda, en las motivaciones altruistas y en las racistas, en el mercadeo de los votos, en la corrupción y a la vez la altura moral de un sistema político, la democracia, que tiene en Lincoln a su mejor predicador, y él llena por entero la película, apoyada en un incomensurable Day-Lewis, que para siempre ocupará el personaje con su rostro y sus andares. Alrededor, un sinfín, tal vez demasiados para un espectador no estadounidense, de personajes secundarios de imponente y creíble presencia, pues David Strathairn, Sally Field o Tommy Lee Jones se apoderan de sus oportunidades y están excelentes en todo momento. Oírlos en la versión original, con sus distintos acentos de inglés, es un gozo. Y una alabanza más: la fotografía de Kaminski es prodigiosa, con su combinación de primeros planos y planos largos, el cuidado de los claroscuros y la belleza con que retrata los tonos fríos de las escenas de guerra.
Sin duda, la mejor de las últimas películas de Spielberg.