El hombre de acero (2013), de Zack Snyder.
El hombre de acero (2013). Man of Steel. EE UU / Canadá / Reino Unido. Género: ciencia ficción. Duración: 143 minutos. Dirección: Zack Snyder. Intérpretes: Henry Cavill, Rusell Crowe, Michael Shannon, Amy Adams, Kevin Costner, Diane Lane, Laurence Fishburne. Guión: David S. Goyer. Música: Hans Zimmer. Fotografía: Amir Mokri. Montaje: . Producción: Christopher Nolan, Charles Roven, Deborah Snyder y Emma Thomas.
Trama.
Krypton es un planeta muy avanzado tecnológicamente pero cerca de su apocalipsis al haber agotado sus recursos naturales, y sumido en una guerra civil con los partidarios del general Zod (Michael Shannon). Su mejor científico, Jor-el (Russell Crowe), ha avisado en vano del peligro y decide salvar a su hijo recién nacido, Kal-el, enviándolo a la Tierra, un planeta lejano donde tendrá poderes casi divinos. Una familia de granjeros de Kansas, Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner), le acoge y le educa en los valores estadounidenses, como el joven Clark Kent (Henry Cavill), que pronto comienza a realizar proezas que podrían revelar su naturaleza a los humanos. Cuando cumple los 33 años todavía vive escondido, escéptico ante la reacción de la humanidad ante las implicaciones de su presencia en el planeta, pero entonces llega del espacio un tenebroso peligro: el general Zod y sus partidarios, con ánimo y terribles poderes de destrucción.
Opinión.
La película suscita un juicio ambivalente. Los medios técnicos son abrumadores, los actores son excelentes y aquí no desmerecen su fama, la historia tiene todo el atractivo del género y de la saga tan conocida, pero a los espectadores les surge ya mediado el metraje un regusto amargo, que se va consolidando hasta que al final resulta una sensación de fiasco.
Falta en esta versión la poesía y el encanto de la primera y legendaria Supermán (1978) de Richard Donner, que siempre encanta a los niños y agrada a los adultos, pese a tener unos medios técnicos anticuados en algunas escenas.
Veamos unas pocas comparaciones.
En 1978 el gran Donner realizaba solo unas pocas y escogidas escenas de acción, como la escena del helicóptero, ingenua pero divertida y bien narrada, mientras que las decenas de acciones violentas de la versión de 2013 aburren y nos resultan ajenas, hasta llegar a cansar con su repetición de ruidos y golpes.
Donner lo adornaba todo con una veta de humor muy agradable (le bastaban unos segundos, como en el rescate del gato en el árbol), apoyado en un inconmensurable Gene Hackman como Lex Luthor, un personaje del que en 2013 no hay noticia; en cambio Snyder no nos hace sonreír ni una sola vez, como si pretendiera hacer una película dramática con toques de terror.
No es asunto menor que había más pasión, por poner un par de ejemplos, en la breve escena de Clark y su madre en el campo de trigo o en el vuelo romántico entre las nubes de Supermán y Lois Lane, que en la película entera de 2013, a la que no ayudan nada los constantes flashbacks que destruyen minuciosamente la intriga sobre la juventud de Clark, y aquí no me resisto a tildar de lamentable el montaje del rescate del autobús escolar, sin el más mínimo atisbo de incertidumbre o emoción, como si fuera un ejercicio de principiante.
Reeve y Kidder.
Reeve, un actor en verdad solo mediano, ponía más sentido de ironía en una simple mirada (recordemos la escena en la mesa de la terraza de Lane) que Henry Cavill, que no es mal actor, en toda su actuación pero es que le sacrifican haciéndole poner incólume cara de drama de Chéjov, y además Reeve y Margot Kidder tenían química, nos los creíamos como pareja romántica, mientras que Cavill y Adams emanan solo una aburrida frialdad cuando están juntos.
No todo es un desastre, claro está, en la reciente versión.
El guionista, Goyer, ha deslizado un mensaje ecológico muy transparente e incluso necesario, y lo enlaza con los planes de Zod de exterminar a los humanos y reconvertir la Tierra en un nuevo Krypton. Zod es presentado como un ser predestinado desde su nacimiento por un sistema de producción genética muy estricto, sin libertad de cambiar su mentalidad; pero entonces nos preguntamos por qué Zor-el sí pudo cambiar. Lo mejor es posiblemente, la inventiva visual cargada de simbolismos, como la rendición de Supermán colgado en el aire como un nuevo Jesucristo ante los soldados estadounidenses. Pero no basta. No.
Es un film ciertamente no apto para los menores de 12 años, para quienes resultará incomprensible por su enrevesado argumento y caótico montaje, y aburrido por su desconcertante frialdad.
Para los adultos amantes del género ya es más interesante, incluso puede ser recomendable su visión, porque recrea el mundo de Krypton con una minuciosidad apetitosa y bien lograda, cubriendo una laguna evidente en las anteriores versiones, y porque introduce nuevos matices, nuevos cauces de exploración de un personaje icónico de nuestro tiempo.
En resumen, tampoco es este el Supermán definitivo. Tal vez nunca lo lograrán.
Fuentes.
Costa, Jordi. Evangelio de hierro. “El País” (21-VI-2013) 49.
Gubern, Roman. Los superpoderes de un fracasado sexual. “El País” (21-VI-2013) 48-49.