¡Qué viva México!(1931). Metraje-duración: 1h 25’. Dirección: Sergei M. Eisenstein. Correalizador: Gregori Alexandrov. Producción: Mexican Picture Trust (Upton y Mary Craig Sinclair). Guión: S. M. Eisenstein. Fotografía: Eduard Tissé.
Reparto: Isabelita Villaseñor (María), Martín Hernández (Sebastián), David Liceaga (torero)...
ARGUMENTO:
El filme estaba previsto en un prólogo, cuatro partes (Sandunga, Maguey, La fiesta y Soldadera) y un epílogo que no llegó a rodarse. Se mostraban en estas partes varias visiones de México a lo largo de su historia, con el hilo conductor de la muerte y del pueblo llano mexicano.
En el prólogo vemos el México precolonial, con la arquitectura maya y azteca, una visión antropológica de los cuerpos humanos de la pura raza amerindia, el interés por la muerte, los dioses de sangre y muerte...
En la parte llamada Sandunga (por la música popular que suena), vemos lo que sería el México colonial (y también el actual, pues las costumbres se han mantenido), con los preparativos de la boda de Juanita Villaseñor en el pueblo de Santo Domingo de Tehuantepec, con los ritos matrimoniales, la ironía sobre el duro trabajo de las mujeres y la pereza consustancial a los hombres, la visión idílica del amor natural sin trabas.
En Maguey tenemos una historia del México anterrevolucionario, muy dura. Los trabajadores del magüey (una planta industrial de la costa de Yucatán) son explotados por los grandes propietarios. Una joven pareja a punto de casarse es rota por un terrateniente que viola a la muchacha y la mantiene secuestrada. El novio, apoyado por unos amigos, la libera, pero los rescatadores son perseguidos por los terratenientes, son muertos salvajemente pisoteados por los caballos.
Esta es la única historia de ficción de la película y los actores no profesionales dan una sensación de irrealidad (casi de teatro popular) que perjudica el desarrollo de la acción.
Eisenstein en México.
En La fiesta vemos una famosa secuencia de la vida cotidiana en el México postrevolucionario, la fiesta de los muertos, en la que todo el mundo come calaveras de azúcar, se pone máscaras mortuorias y danza en rituales macabros, dentro de un espíritu festivo de convivencia con la muerte. Es el símbolo de la perduración de las religiones antiguas por debajo del catolicismo, que es presentado como una religión de muerte, sólo que más atemperada por la razón.
En Soldadera, que no se filmó, pretendía desarrollar la vida de las mujeres revolucionarias (las soldaderas) que acompañaban a los hombres en medio de las campañas de la Revolución de los años 10. Un ejemplo de cómo hubiera podido ser lo tenemos en la reciente película Gringo Viejo o en parte primera de la novela de Carlos Fuentes, La muerte de Antemio Cruz.
En el epílogo que tampoco llegó a rodarse pretendía cerrar con un canto de esperanza en lo logros de la Revolución.
COMENTARIO Y CRÍTICA
El filme, por los motivos que veíamos en la biografía de Eisenstein, se desglosó (1933) en los largometrajes Thunder over Mexico, Eisenstein in Mexico, Mexican Simphony (desglosado en seis episodios) y el cortometraje Death Day, utilizando el material con intención comercial.
En 1939 Marie Seton realizó el montaje Time in the Sun, considerado la aproximación más respetuosa al proyecto original. Con fines de estudio, Jay Leyda ordenó en 225 minutos de proyección todo el material disponible, por iniciativa del Museum of Modern Art Library, en Eisenstein’s Mexican Film: Episodes for Study (1957). Eisenstein desaprobó los montajes de Thunder over Mexico y Time in the Sun, que pudo ver en 1947. Este filme inacabado y desvirtuado contiene empero algunos de sus mejores momentos.
Gregori Alexandrov explicó la azarosa historia del rodaje y el conflictivo montaje [Revista “F. S.” 78/3 (1978) 17-19], del que hizo en los últimos años 70 una versión que hoy se considera de referencia, editada por Mosfilm.
Eisenstein ya se sentía atraído por el tema de México desde su época de director de teatro (hizo el montaje de El mexicano). Le atrajo enseguida la posibilidad sugerida por el artista Diego Rivera de filmar una obra sobre la historia de México. La financiación del escritor radical Upton Sinclair le permitió acometer una ingente labor de documentación, entrevistas, filmación. Más de 70.000 metros de material documental y de ficción, una enorme masa que se quedó en EE.UU. y de la que surgieron numerosas versiones espúreas, con fines comerciales y aprovechando el tirón del nombre de Eisenstein.
Lograda la recuperación del material original, que guardaba el MOMA de Nueva York, Alexandrov volvió a la idea original de Eisenstein (con la misma estructura por lo menos) e intentó hacer una versión reducida, austera, sin concesiones comerciales. «Lo principal en esta labor será conservar el espíritu de Sergei Eisenstein y llevar de la manera más plena su idea hasta el espectador».
Es muy interesante observar el impacto de la revolución y de la cultura mexicanas en la obra de la fotógrafa radical Tina Modotti, amiga de Diego Rivera (a través del cual sin duda conoció a los cineastas soviéticos recién llegados) con sus naturalezas muertas, alusivas a la Revolución, y sus fotos de mujeres de Tehuantepec en 1928-29, un año antes de la visita de Eisenstein al mismo lugar (¿por sugerencia suya?).
Podemos rastrear la influencia de Eisenstein en México en la obra de la fotógrafa contemporánea y modernista Lola Alvárez Bravo, que por los temas (entierros, muerte, sueños, jóvenes campesinas, sombras pictóricas, etc.) y estilo depurado de sus fotos tanto nos lo recuerda [Fotos de Alvárez Bravo en “History of Photography” (otoño 1994) 211-218].
En 1996 se descubrieron dos dibujos inéditos de Eisenstein, en casa de su amigo Jorge Palomino, un artista que le ayudó a buscar localizaciones para el largometraje y para el que hizo estos dibujos, de 1931, que presentan escenas eróticas, y eran conocidos sólo por un pequeño grupo cercano a Palomino. Iban a ser publicados por el investigador Fernando de la Vega en un próximo libro.
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