Los descendientes (2011), de Alexander Payne.
‘Los descendientes’ (2011). The Descendants. EE UU. Género: drama. Duración: 115 minutos. Dirección: Alexander Payne. Intérpretes: George Clooney, Shailene Woodley, Amara Miller, Nick Krause, Beau Bridges, Robert Forster. Guión: Alexander Payne, Jim Rash y Nat Faxon, basado en la novela homónima de Kaui Hart Hemming. Música: Dondi Bastone. Música: Dondi Bastone. Fotografía: Pheson Papamichael. Montaje: Kevin Tent.
Trama.
Un hombre maduro, casado y con dos hijas a las que apenas ha dedicado tiempo, deberá replantearse el sentido de su vida cuando su esposa sufre un grave accidente y debe afrontar nuevas responsabilidades, mientras medita vender una gran propiedad en Hawai que su familia ha conservado desde el siglo XIX.
Opinión.
Javier Ocaña, en Las eternas contradicciones de familia, “El País” (20-I-2012), comenta con fina ironía y respeto a una película notable:
‹‹Los vínculos de afinidad y consanguinidad definen a la familia, pero hay ocasiones en las que, a fuerza de estiramientos, los lazos que la unen son tan ligeros que lo natural se vuelve artificial. Y sin embargo, aun en esos momentos, nos aferramos a la estirpe. ¿Por necesidad, por educación, por religión, o simplemente porque hay algo interior, que lo demanda? Los descendientes, nuevo trabajo del siempre interesante Alexander Payne, autor de Election, A propósito de Schmidt y Entre copas, se arma a partir de una de esas tesituras que obligan al protagonista y, por ende, también al espectador, a un conflicto moral, uno de esos cúmulos de circunstancias que hubiesen hecho las delicias del Kieslowski del Decálogo. En apenas unos días un hombre se ve sepultado por una doble losa: su mujer entra en coma tras un accidente y se entera de que esta le estaba siendo infiel. ¿Y ahora qué? (…)
Payne opta, además de por el conflicto moral, por una valiente doble vía: primero, hurgar en los orígenes de la institución familiar casi como algo atávico; y segundo, otorgarle un tono de comedia, entre lo negro y lo dramático, que encienda el interés de las situaciones no solo por el dolor intrínseco sino también por el componente ridículo extrínseco que contienen, lo que convierte a la película en algo tan fresco como trascendente. (…) su escritura siempre es afilada, tanto por su humor como por su amor.
Los personajes se hacen venerables más por sus defectos que por sus virtudes, quizá porque sus deficiencias son también las nuestras. Lejos del maniqueísmo de buenos y malos, es la imperfección de todos y cada una de las criaturas de la película la que hace de ellas seres humanos. Y, al igual que en la iraní Nader y Simin, una separación, lo mejor de Los descendientes es que todos encuentran sus razones. Aunque sea para cagarla.››
Fuentes.
Cuenca, José Ignacio. Entrevista. “El Mundo” La Luna de Metrópoli nº 403 (20-I-2012) 2.
Reviriego, Carlos. Entrevista. Alexander Payne. 'El cine debe ser consciente del absurdo de la vida y reflejarlo'. "El Cultural" (20-I-2012) 44.46.
Ocaña, Javier. Las eternas contradicciones de familia. “El País” (20-I-2012) 44.
Fernández-Santos, Elsa. Entrevista. Alexander Payne / Director. ‘Las estrellas no me interesan, pero George Clooney es diferente’. “El País” (20-I-2012) 44.