Una breve historia del cine mundial hasta los años 20 y su interrelación con el cine soviético, ofreciendo así un contexto cinematográfico amplio para este.
Índice:
Índice:
La invención del cine.
El cine primitivo.
El cine nórdico.
El cine norteamericano.
El expresionismo alemán.
El cine soviético.
El cine francés: impresionismo y surrealismo.
El cine norteamericano de los años 20.
El cine sonoro.
La invención del cine.
Los hermanos Lumière.
Plano del filme sobre la llegada del tren a la estación que asustó a los espectadores.
El 28 de diciembre de 1895 se celebraba la primera proyección pública para 33 personas (a un franco la entrada) del cinematógrafo de los hermanos Lumière, en París, con un programa de 11 películas, como La salida de los obreros de los talleres Lumière, en Lyon-Mont-Plaisir. Son películas de un realismo documental que sería muy imitado por el primer cine documental ruso y, a través de este, por el soviético.
El cine primitivo.
En 1896 se inició la carrera de Georges Méliès, el principal director del cine primitivo, que culminaría con Viaje a la luna(1902), con importantes adelantos en cuanto a efectos especiales y su especial atención al género fantástico, lo que influirá en la Aelita de Protazanov, siendo un excelente avance respecto al cine realista y documentalista de los Lumière.
Fantomas (1913) de Feuillade.
De 1903 a 1907 la producción francesa e incluso mundial fue dominada por la productora Charles Pathé, con Ferdinand Zecca como director principal. Un rival importante fueron los estudios de León Gaumontdesde 1905, gracias a su estimable director Louis Feuillade y sus series Fantomas (1913-14), Los vampiros (1915) y Judex(1916-17). De los estudios de Gaumont salió Victorin Jasset para dirigir en los estudios Éclair otra serie, Nick Carter (1908).
El asesinato del duque de Guisa (1908), producida por los hermanos Lafitte y dirigida por Calmettes y Le Bargy.
Fuera de Francia, durante la década inicial se extendió el nuevo arte. En Inglaterra la Escuela de Brighton, con Colin Williamson y, sobre todo, George Albert Smith, utilizó el montaje como medio expresivo. Su realismo y su técnica influirán sobre los primeros filmes documentales soviéticos.
Cabiria (1913), de Pastrone.
En Italia se sucedieron las superproducciones históricas con el tema romano antiguo, como hizo Pastrone con la espectacular Cabiria (1913), mientras Nino Martoglio inició con Sperduti nel buio(1914), el cine verista Emilio Ghione siguió los pasos de Feuillade y se extendió el divismo con las famosas Francesca Bertini o Pina Menichelli. El género histórico italiano se relacionó con el cine de género histórico soviético, así como el cine verista se emparentó con el cine documental de Vertov.
El cine nórdico.
En el cine nórdico apareció el dramatismo con dramas mundanos de un singular erotismo, que recogerá el cine soviético más tradicional, con August Blom en Dinamarca y Victor Sjöstrom en Suecia, con exquisito sentido de la naturaleza, en La proscrita (1917) y La carrera fantasma (1920), como Maurice Stiller en El tesoro de Arne (1919), en el que la naturaleza es un tema tan importante como los personajes, lo que influirá en ciertos fragmentos de lirismo bucólico de Eisenstein.
El cine norteamericano.
El nacimiento de una nación (1915), de Griifith.
Intolerancia (1916), de Griifith.
Pero es en EE UU donde el cine adquirió su mayor grado de desarrollo industrial en los años 10 gracias a su poderosas productoras. Una figura emergió sobre todos los realizadores, David Wark Griffith, con El nacimiento de una nación (1915) y Intolerancia (1916), que influyeron decisivamente en el lenguaje cinematográfico de la vanguardia soviética al usar de un modo plenamente creativo el montaje paralelo, el primer plano emocional, el flash-back...
El expresionismo alemán.
El gabinete del doctor Caligari (1919), de Wiener.
Alemania aportó al final de la I Guerra Mundial el movimiento del expresionismo, seguido poco después por el Kammerspielfilms, con grandes realizadores como Fritz Lang, F. W. Murnau y Robert Wiener, director de la obra maestra del expresionismo, El gabinete del doctor Caligari (1919). En los años siguientes la vanguardia la representaron Walter Rutmann y el realista G.W. Pabst, situado dentro de la corriente marxista.
El expresionismo fue rechazado por los cineastas soviéticos, que criticaban su excesivo formalismo experimental, su búsqueda unívoca del impacto psicológico mediante la deformación de decorados y la tenebrosa luz y, sobre todo, la interpretación tan extremada que chocaba frontalmente con la estética soviética. Pero el expresionismo influyó en Eisenstein, como se observa sobre todo en Iván el Terrible, cuyos interiores están inequívocamente asociados con los de los maestros expresionistas, así como el uso de acciones en sombras chinescas en la pared.
El cine soviético.
El cine soviético apareció en este contexto dominado por el cine expresionista y la obra de Griffith. Los directores que descollaron fueron Sergei M. Eisenstein, un teórico eminente y creador de la obra maestra El acorazado Potemkin (1925), Vsevold Pudovkincon La madre (1926), Alexander Dovzenko con La tierra(1930) y el documentalista Dziga Vertov.
El cine francés: impresionismo y surrealismo.
Napoleón (1925), de Abel Gance.
Coetáneo al cine soviético en Francia aparecieron el impresionismoy la avant-garde, con Jean Epstein, Marcel L’Herbier, Louis Delluc y Germaine Dullac, hasta llegar a la cumbre del movimiento, con Abel Gancey su revolucionario Napoleón (1925). Este filme fue muy admirado por Eisenstein, que adoptó muchas de sus innovaciones y su monumentalismo. Mientras, el español Luis Buñuel presentó las primeras obras del surrealismo, con Un chien andalou (1928) y L’âge d’or (1930), pero la influencia de este movimiento fue prácticamente nula en la URSS.
La pasión de Juana de Arco (1928), de Dreyer.
Un danés, Carl T. Dreyer realizó en este contexto francés una obra maestra del lenguaje, La pasión de Juana de Arco(1928), recogiendo la influencia del cine nórdico. Dreyer, con su cine intelectual y apasionado, está directamente relacionado con el mejor Eisenstein, el de los últimos filmes.
El cine norteamericano de los años 20.
En EE UU también se sucedieron filmes y avances de primer orden, con grandes autores centrados en Hollywood, la meca del cine de la época por su enorme poder financiero y comercial, que atrajo entre otros a algunos de los mejores autores, sobre todo alemanes (Sttroheim, Murnau, Lang, Lubitsch o Sternberg).
La quimera del oro (1925), de Chaplin.
Destacaron la pareja de actores y productores Mary Pickford y Douglas Fairbanks, las historias románticas de Rodolfo Valentino, los cortometrajes cómicos de Mark Sennett y sobre todo la obra extraordinaria de Charles Chaplin, con numerosos cortometrajes cómicos y obras mayores como la mordaz La quimera del oro (1925). Chaplin influyó mucho en varios cineastas soviéticos, pues era muy conocido en la URSS.
En esta época, ya en un segundo plano, descollaron Erich von Stroheim, con La marcha nupcial (1927), F. W. Murnau, con Amanecer(1927), y otros tan excelentes y a menudo espectaculares como Buster Keaton, Josef von Sternberg, King Vidor que con El gran desfile obtendría un primer y sensacional triunfo, Robert Flaherty con sus documentales exóticos, John Ford, Cecil B. de Mille, Howard Hawks, Ernest Lubitsch o Frank Borzage, algunos de los cuales comienzan en los años 20 un obra muy prolífica, abierta a todas las corrientes mundiales gracias a la numerosa inmigración de los mejores cineastas.
El cine sonoro.
El cantante de jazz (1927), de Alan Crossland.
El cine sonoro se abrió paso en EE UU en 1927 con El cantante de jazz, de Alan Crossland. La muerte rápida del cine mudo y que menudearan al principio las operetas intrascendentes como El desfile del amor (1930), de Lubitsch, hicieron temer en una pérdida de vigor artístico del cine, hasta que comenzaron a aparecer obras de calidad como Aleluya(1929), de King Vidor.
En Francia surge el movimiento del realismo poético, de gran éxito crítico en los años 30, con directores como René Clair con Bajo los techos de París (1930) y Viva la libertad (1931), Marcel Carné con Quai des brumes (1938), Jacques Feyder con La kermesse heroica (1935), Jean Grémillon, Julien Duvivier con Pépé-Le-Moko (1937), y, sobre todos, los grandes Jean Vigo (muerto con sólo 29 años) con Zéro de conduite (1932-33) y L’Atalante(1934), y Jean Renoir con La gran ilusión (1937) y La règle du jeu(1939). El impacto de este grupo en el cine soviético llegó realmente en los años 50, con la recuperación de los argumentos “poéticos”.
En Inglaterra imperaba el director y productor Alexander Korda, con filmes de gran éxito popular. Hitchcock y Asquith aparecían como los valores más sólidos y en la vanguardia estaba la famosa “Escuela documentalista”, heredera del realismo del Grupo de Brighton, con John Grierson y desde 1932 el norteamericano Robert Flaherty, que deslumbró con Hombres de Aran (1934) y otros documentales, cuyo impacto en el cine soviético es evidente, aunque cabe hablar de una doble dirección pues Flaherty fue un concienzudo estudioso del cine soviético.
La diligencia (1938), de John Ford.
En EE UU creció el género cómico, con los hermanos Marx, la pareja Laurel y Hardy, y W.C. Fields. Nacieron géneros de gran futuro: el terrorífico con los directores Browning y Whale; el policíaco con directores y actores de gran aliento como Howard Hawks, Rouben Mamoulian, Humphrey Bogart, E. G. Robinson o James Cagney. Sorprendió el King-Kong de Schoedsack, encandiló la comedia optimista de Frank Capra, el género del Oeste maduró con John Ford en La diligencia (1938), junto a la producción de filmes humanitarios y de denuncia social, los musicales de Busby Berkeley con Fred Astaire y Ginger Rogers, los dramas de William Wyler con Bette Davis, y la aparición de una pléyade de grandes estrellas como Greta Garbo y Marlene Dietrich, Clark Gable y Gary Cooper... Continuaba la inmigración de los mejores cineastas extranjeros: Hitchcock desde Inglaterra, Fritz Lang desde Alemania (una cantera inagotable de talentos obligados al exilio por el nazismo), Eisenstein desde la URSS (una fracasada y corta aventura como anticipaba mucha gente), y otros muchos, una corriente que la crisis de los años 30 y la II Gue rra Mundial convertirá en un río inmenso.
En la URSS el retornado Eisenstein se adaptaba al cine sonoro con Alexander Nevski(1938) y se revelaban nuevos autores, como Mark Donskoi, con su trilogía sobre Gorki (1938-40). La II Guerra Mundial supuso un corte brutal. Eisenstein murió en 1948 sin poder acabar su gran trilogía de Iván el Terrible iniciada en 1943, de la que la segunda parte sólo se permitió su exhibición en 1958, cuando Stalin llevaba muerto cinco años. Al mismo tiempo los restantes cineastas soviéticos de vanguardia iban envejeciendo, muriendo y autocensurándose en el periodo inicial de la Guerra Fría. La vanguardia había fenecido bajo la represión estalinista.
En Alemania, otro país sometido por el totalitarismo, el cine hitleriano aportaba obras de un formalismo colosal, como la Olimpia da(1936) de Leni Riefensthal, una cineasta que estudió el cine soviético, adaptándolo al otro extremo totalitario, como haría también el cine italiano fascista.
Al mismo tiempo en los años 30, en Italia se propugnaba el cine histórico espectacular, igualmente propagandístico, con un “caligrafismo” de frío formalismo decadentista e inactual. Pero éste desembocaría tras 1945 en su contrario ideológico, el neorrealismo, pleno de sobriedad, fuerza y actualidad, que tanto debe al cine soviético de los tres grandes maestros y que a su vez gozó de una gran influencia sobre el cine soviético de los años 50, pero esta es ya otra historia...