Headhunters (2011), de Morten Tyldum.
Headhunters (2011). Noruega. Género: thriller. Duración: 100 minutos. Dirección: Morten Tyldum. Intérpretes: Aksel Hennie, Synnove Macody Lund, Nikolaj Coster-Waldau, Elvind Sander, Julie R. Olgaard, Daniel Bratterud. Guión: Ulf Ryberg y Lars Gudmestad, a partir de la novela homónima (2008) de Jo Nesbo. Música: Jeppe Kaas y Trond Bjerknaes. Fotografía: John Andreas Andersen. Montaje: Vidar Flataukan.
Los tres protagonistas, de izquierda a derecha, Synnove Macody Lund, Nikolaj Coster-Waldau y Aksel Hennie.
Trama.
Roger (Hennie), un encantador pero inmaduro e inseguro cazatalentos para empresas, felizmente casado con Diana (Macody Lund), una hermosa galerista, afronta los enormes gastos de su vida lujosa con un necesario sobresueldo como ladrón de obras de arte dentro de su círculo empresarial, pero nunca es suficiente. Finalmente, cuando planea dar el golpe definitivo robando un valioso Rubens, se enfrentará a un peligro inesperado: su última presa, Clas Greve (Coster-Waldau), es en realidad un cazador de incautos (y al parecer eso es Roger), un depredador implacable en la destrucción de sus enemigos. Se abrirá para Roger un juego lleno de engaños, traiciones y violencia que alterará para siempre su existencia de burgués deshonesto y superficial y le forzará a conocerse mejor a sí mismo y sobre todo a los demás.
Opinión.
Un filme noruego muy estimable de género negro, con una historia suculenta (Nesbo es un gran novelista del género negro), plena de intrigas y sorpresas, con un guión a la altura en incertidumbre y a la vez en claridad en el hilar de los nudos de desenlace, con acertadas elipsis. Se sustenta en tres buenos actores, famosos en Escandinavia pero desconocidos en España hasta hace poco (el danés Nikolaj Coster-Waldau es el Jaime Lannister de Juego de Tronos).
Cuenta con momentos muy interesantes en la primera parte, que en una tensa progresión enlazan por su intriga y nihilismo con lo mejor de la literatura negra nórdica, pero a partir de la mitad del metraje cae en la tentación de convertirse en un rebuscado aunque eficaz thriller de acción, con una violencia creciente en la que se pierde la pausada y creíble progresión psicológica del principio.
Cuenta con momentos muy interesantes en la primera parte, que en una tensa progresión enlazan por su intriga y nihilismo con lo mejor de la literatura negra nórdica, pero a partir de la mitad del metraje cae en la tentación de convertirse en un rebuscado aunque eficaz thriller de acción, con una violencia creciente en la que se pierde la pausada y creíble progresión psicológica del principio.
Es mejorable tal vez la fotografía, a menudo poco nítida en el fondo de los planos generales de interior y con algunos encuadres distantes, rebuscados y nerviosos que parecen, sobre todo en las escenas de sexo pero también en escenas en las que el peligro se acerca (la aproximación de Greve a la cabaña), un recurso para enfriar la mirada del espectador. El montaje es también irregular, con secuencias de encadenamiento de planos en los interiores y escenas de acción muy logradas, pero al menos una secuencia de acción (el camión que se abalanza sobre un coche) demasiado lenta cuando el ABC de la profesión exigiría un movimiento más rápido de planos. Y la música apenas acompaña la narración, la descripción psicológica o las sensaciones de peligro, como si la partitura fuera un añadido forzado y se hubiera compuesto antes de la filmación. En suma, sobrevuela la impresión de que se ha logrado una película de notable ambición pero con unos medios más apropiados para una serie de televisión, aunque sea de calidad. Con todo, el espectador aficionado al género negro tiene en esta película imperfecta una de las mejores citas del año y no saldrá defraudado.
Fuentes.
Internet.
AA.VV. Wikipedia.
Artículos.
Boyero, Carlos. A la caza del cazatalentos. “El País” (24-VIII-2012) 36. Una crítica positiva.